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Cazador cazado - Parte I - :APLH EventoTablas:

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Galatea-DNegro's avatar
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I. - La búsqueda


Lo olía desde hacía muchas lunas, contadas con los dedos de sus sirvientes que podían comprender esa medida de tiempo tan torpe y hosca.

Sus sirvientes.

Unos ridículos, imperfectos, soberbios, humanos.

¡Como si tuvieran idea del mundo que habitaban!

Ellos no habían contemplado las maravillas de la creación como él, ni habían llegado desde uno hasta otro rincón del infinito para extender la vida y la muerte junto a sus hermanos. No, ellos eran monos de carne que iban torpemente por la Tierra, hablaban lenguas que no se entendían y creían tener la verdad en sus manos solo porque el Padre les había «dado» una parte de sí mismo, haciéndolos... como se creían ellos mismos, «superiores». Muchas veces deseó aplastarlos en su mano para darles una lección.

Pero aquello era historia. Por más que lo repasase cada vez que abría los ojos nada podía hacer al respecto, y enfadarse ayudaría menos con su actual preocupación.

Tragó todo aquel viejo orgullo cuando los tambores llamaron su nombre y se materializó, haciendo corpórea su presencia. Por mucho que renegara de los humanos ahora necesitaba a uno; la única fuente de luz que quedaba en ese rincón de la galaxia.

Un humano, sí, pero no uno cualquiera. Un humano llamado Benjamín.

***

Benjamín tuvo una vida tranquila hasta que un fabuloso secreto se reveló a sus ojos humanos algunos años atrás. Él no era como todos los mortales; podía percibir con sus sentidos las profundidades de la noche y ver los muchos horrores que ocultaban las sombras bajo sus pesados mantos.

Los antiguos libros pusieron a los suyos el título de «Cazadores».

Y como un intruso, Benjamín dominó en poco tiempo los hilos de un mundo guardado en el mundo con una sola, simple misión: Destruir lo sobrenatural y así preservar a los seres humanos de las codiciosas, sucias garras de aquellas peligrosas criaturas a las que ignoraban por completo. De hecho, su poder era tan afilado que podía ver a estos seres aún antes de que aparecieran. Por esto, cuando percibió las extrañas señales esta vez, se preparó para lo peor.

Después de todo, que un demonio en sus cinco sentidos se aproximase a un cazador como él era todo un acontecimiento, un evento anormal en un mundo anormal.

El encuentro con esta criatura sobrenatural no tuvo nada de extraordinario. No se trató de una gran ceremonia, como suelen presumir los cultos humanos ignorantes con toda la parafernalia oscura y ropas deprimentes. El demonio apareció de forma simple. Y esperó.

***

Mientras pensaba y fumaba un cigarrillo en la banquina de un parque durante una puesta de sol, Benjamín sintió sobre su hombro los leves toquecitos de un dedo infantil. Volteó y encontró los ojos de una niña pequeña y dulce, que le extendió un papel rosado con sus manitos. Escrita con una sutil caligrafía, encontró una dirección. El hombre no alcanzó a preguntar saber para qué era eso o por qué se lo estaban entregando, ya que la niña en cuestión se esfumó apenas levantó la vista por segunda vez.

Comprendió entonces lo que vendría a continuación. Lo sentía, sabía que estaba por encontrarse con él y que esa sería una cita obligada fuera del gusto del demonio. La presión… podía sentirla sobre sus propios hombros y mientras más se acercó al lugar convenido, unas cuadras al norte del parque, esa desagradable sensación de cargar el mundo sobre la espalda no hizo más que aumentar.

De todas formas, no llegó a su destino; antes de doblar la esquina algo lo detuvo.

—¿Me das fuego?

Una figura esbelta estiró su mano, mostrando su cigarrillo. Apenas Benjamín encendió el chasquero, vio a la luz de la llama que el muchacho que le hablaba era pálido, con unos ojos castaños muy extraños, apenas tapados por el trigo de su cabellera.

»Gracias... Benjamín Alfaro.

Una sonrisa burlona en aquel rostro blanco lo puso en evidencia y sus ojos se cubrieron de oscuridad. Pupilas completamente negras que anunciaban las calamidades más grandes..

»Tranquilo, no es mi intención hacerte daño -dijo con un ademán cuando el otro buscaba su arma para defenderse-. Veo que sabes seguir instrucciones. Agradezco tu atención, pequeño cazador.

Con un gesto casi casual se irguió de espaldas a la pared y se cruzó de brazos, apoyando uno de sus pies contra el concreto, como si fuera un jovencito común y corriente. Ante esos gestos, Benjamín advirtió que este encuentro no entrañaba para él una verdadera amenaza, y guardó el arma.

—¿Qué puede querer de mí un demonio tan poderoso como tú? —le preguntó sin amedrentarse—. De verdad estás asustado y esa es la única razón por la cual no te desintegro ahora mismo. Dime ¿qué trae por aquí al Caído con la lista de seguidores más grande de toda la ciudad? ¿Tú, el más cuidadoso, el que es casi una leyenda urbana entre los nuestros?

Él, humano como era, disfrutaba de la evidente incomodidad de la criatura.

—Es natural que tu cerebro te indique que esta situación es propicia para burlarte de mi suerte; pero suspenderé la pequeña y eterna confrontación con los de tu especie porque lo que te pediré es más urgente y grande que nosotros dos. Si lo haces bien, incluso, redundará en un beneficio para tu complaciente y triste humanidad.

Su tono era suave, como si le hablara a alguien con ternura.

»Escúchame bien. Necesito que halles por mí a un humano. Era mi seguidor más amado y se perdió de pronto; las capacidades corrientes no sirven para hallarlo; mis esclavos agotaron todos los recursos que tenían disponibles. Eso significa que está extraviado en el mundo nocturno que compartes con nosotros y es imperante que lo encuentres. No solo por mi capricho, sino porque es peligroso para sí mismo y para los demás. Debes regresármelo; así estará cerca de mí, bajo mi control absoluto.

Se calló un segundo, fumando y soplando el humo suavemente, espeso entre sus labios y contra la penumbra de sus ojos inhumanos.

»Debes hallarlo y traerlo antes de que el daño sea irreparable.

Era críptico, y dejó claro que no respondería preguntas. Sacó su celular y le señaló en la fotografía el rostro del objetivo.

»Es él. Su nombre es Luciano Da Silva. Es imperativo que se encuentre bajo mi resguardo antes de que aparezcan las últimas lunas de este ciclo estival.

Bajó el aparato.

»A cambio, porque es injusto negociar sin ofertas, haré que mi gente deje de reclutar humanos y nos alejaremos de tu jurisdicción. Dejaremos tu amada ciudad y estará a salvo ¿Qué dices? —Fumó de nuevo—. No es mala la idea, ¿cierto? Pobre Luciano. Daría todo mi séquito con tal de recuperarlo.

No había ansiedad en su voz pero, sí, mostraba un apego muy desconcertante.

Benjamín se quedó muy callado para escuchar atentamente hasta la última de las palabras del demonio. Lo conocía: Sebastián Artigas, dueño de una de las legiones de cultistas más grande de toda la ciudad. No deseaba caer en una de sus tretas habituales, por lo que se mantuvo en silencio un poco más.

—Debe ser muy especial. —Lo miró— ¿Lo amas? —El hombre no dijo nada, pero su turbación lo delató de inmediato—. Me sorprendes cada vez más —sentenció al comprender—. Me interesa tu oferta, así que la aceptaré. Apenas lo encuentre tienes veinticuatro horas para salir de aquí. Yo te lo entregaré en cuanto compruebe que has dejado libres a tus cautivos. En caso contrario, mataré a tu criatura y luego iré por ti ¿Está claro?

—Estoy rebajando mi condición divina para establecer contigo un trato —musitó al borde de su paciencia—. Los demonios no podemos quebrarlos y acabo de darte mi palabra. No creas que me complace bromear con estas cosas; también tengo a quien responder, como tú.

Tiró el cigarrillo con desdén y lo pisó con la punta del elegante zapato.

»Tráelo antes de ese tiempo y cumpliré. No necesito más problemas que tu existencia en la mía.

Se acomodó el cabello coquetamente; ¿era un cuerpo poseído o uno hecho por arcilla propia?

»No hace falta que te apersones, yo te encontraré cuando des con él y me lo traigas. Podré meterme en sus ojos y verte.

Se alejó despacio sin mirar atrás.

¿Amar?

Solo los humanos podían creer en semejantes esas cosas.


***


El tiempo corrió veloz. Para un cazador como Benjamín, siempre en el filo de la luz y la sombra, buscar a un hombre común y corriente era hallar una aguja en un pajar. Preguntó a todos sus conocidos y a sus compañeros cazadores, sin más resultados que un rumor por aquí y por allá hasta que, tras un mes de arduo trabajo dio con una pista:

Una serie de raros asesinatos mantenían a los ricos muy nerviosos. Las víctimas eran hombres en posiciones de poder, quienes amanecían de un buen día con los cuellos rotos por unas poderosas manos. Lo extraño, aparte de lo obvio, era que a pesar de la evidente torpeza del asesino, este aún no era apresado. Desparecía en la noche sin dejar ningún rastro que los policías pudieran analizar. Según las descripciones de los testigos, el hombre que entraba en las casas y luego salía como si nada era de tez morena, cabello rizado y oscuro y estatura mediana, pero siempre estaban demasiado confundidos o asustados como para procurar a los medios de comunicación un retrato que agilizarse su captura.

¿Sería el hombre al que buscaba?

***

Le tomó tres meses más ubicar al asesino. Y al seguir la última pista las señales en su mente no dejaron de acosarlo, indicándole que este sería un encuentro también extraordinario.

Se escondió en las cercanías de la casa que, creía, era la de la próxima víctima, rogando que se tratase de Luciano para cumplir con su parte y quedar en paz. Estaba tan cansado de todo y de todos que hasta consideraba la idea de retirarse, viajar a un pueblo perdido  y  vivir como ermitaño.

Pero lo que vio tras un par de horas de vigilancia lo dejó helado.

Efectivamente, Luciano caminaba con impunidad por una calle cercana a la casa que él vigilaba. Y aunque a ojos de los humanos se veía normal, a los suyos resultó evidente:

Luciano Da Silva estaba indudablemente muerto.

Sebastián sí que se iba a cabrear.

***

El muro conservaba el aroma que buscaba. Estaba cerca, a la vuelta de la esquina. Olió el rastro en la pared y la rozó con sus manos, siguiendo al moreno con precaución.

Benjamín no era el único tras Da Silva. Una criatura más lo acechaba, escondiéndose entre las sombras en cuanto podía, inadvertido por todos. Era la fortuna de tener cuatro patas; con los movimientos adecuados se tornaba prácticamente invisible. Por eso había desviado su camino original siguiendo las huellas de Luciano; algo más urgente apremió a su corazón. Ese cazador iba a matar a Da Silva, le seguía los pasos demasiado cerca e identificó su olor como hostil.

Sin pensar más que como lobo, se adelantó una cuadra y le cerró el paso de improviso. Un auto se desvió de la calle, también tomado por sorpresa. Cuando Benjamín se recobró del susto que significó casi presenciar un accidente sobre la acera vio frente a él a un muchacho menudo de ojos verdes, abiertos y atentos, erguido en dos patas con torpeza, como si le costara un poco.

—No lo dañarás —dijo despacio el recién llegado, sin que por ello no dejara de sonar como una orden. Benjamín comprendió de inmediato que el chiquillo tampoco era humano. Hablaba muy raro, como sino conociera el idioma o no supiera usarlo—. Es inocente, no merece que tus manos le den muerte.

El desconocido se acercó un poco más y se inclinó a verlo. No tuvo tiempo de pensar antes de que Alfaro lo apuntara  con una daga prendida en fuego, el poder que lo diferenciaba de todos los otros seres humanos y las criaturas sobrenaturales. Tuvo que apagarla cuando escuchó las últimas palabras.


»Sé que querías matarlo, pero él es mi amigo; o lo era. —Apretó sus labios por un instante—. No lo dañarás.

¿Quién diría que un hombre lobo podía tener amigos “endemoniados”? literalmente.

El mundo oscuro estaba de cabeza.

—Sabes que ya está muerto ¿Por qué aferrarte a él? Sólo rompe el equilibrio, lo sabes. Yo no estoy contra los tuyos, hay gente buena, pero él ya no puede seguir caminando entre los vivos, está matando como si nada  y si lo atrapan causará un desastre. Además —Miró con determinación al hombre—, lo busca su amo. Debo dárselo, aunque se enoje al saber que ya no es humano. Así que, te guste o no, me lo tengo que llevar.
—¡No! ¡No se lo des a él! —exclamó el muchacho, angustiado de pronto. Acompañó su gesto subiendo las manos en señal de indefensión y de sus intenciones de hablar—. Sé que no está más como era antes pero... sé que habrá una manera de ayudarlo, o de hacerle recordar su vida de antes. No está perdido, ¿sabes? aún huele a él, solo que está como dormido dentro de sí mismo. —Sonrió aún angustiado.

Algunos metros más allá, Luciano daba pasos torpes y se perdía en la penumbra.

»Él no fue el causante de esas muertes, puedo asegurártelo —le dijo con rapidez, para desviar la atención del cazador—. Aún puedo seguirle el rastro... pero no le dañes. —Su mirada fue suplicante—. Es mi culpa que escapara de su lugar, le dije que no podía verlo más porque mi manada se iría de aquí y él me siguió y no sé. No sé qué pasó. Deje de oírlo y entonces comenzó a vagar así, en ese estado.

Se acercó a Benjamín, aún manteniéndose a una distancia prudente.

»Por favor, no te lo lleves. Ayúdame a ver que sucedió con él; el que le hizo esto podrá deshacerlo ¿Verdad?  

La inocencia del animal era superior al raciocinio humano que se esforzaba por poner en sus labios. El cazador no se sintió capaz de decirle la verdad por ahora. Seguramente este muchacho no dimensionaba lo que era un muerto andante ni mucho menos que de esa existencia no había regreso.

Como fuese, todo estaba arruinado. No le gustó la idea de servir por mucho más a un demonio, pero por respeto a esta criatura ingenua, al menos debían vengarse de quien lo saco sin remedio del mundo de los vivos. Claro, cuando tuviera el valor de comunicarle que el futuro de  Luciano sería tres metros bajo tierra.

—Vamos por él —replicó en un tono fúnebre, sin mirarlo a los ojos—. No puede deambular por la calle tan tarde, alguien le hará daño. Si es verdad lo que me dices, encontraremos al responsable de esto y le haremos pagar.

—Está bien. Gracias cazador.

El lenguaje comenzó a complicarse para el muchacho. No podría sostener su forma humana mucho más.

»No todos los de ustedes son malos como parecen. Hay criaturas que sí lo son, como el que quería a Luciano. Estaba volviéndolo loco, ¿sabe? —Miró a Benjamín con respeto, a pesar de ser mucho más alto—. No comía ni dormía... y de repente le dije eso y se fue y ahora... bueno —Miró hacia el frente—.Vamos, lo seguiré como soy en verdad. No puedo aguantarme más así. —En un pestañeo el muchacho se había convertido en un lobo de pelaje marrón y negro otra vez, pero sus ojos mantuvieron el tono verdoso.

Era una criatura hermosa.

Hizo ruido con su pata delantera para que Benjamín lo siguiera y olfateó las huellas de Luciano que apenas retenían ese aroma intenso y dulce, característico en él.
Personaje / Parejas: ArgChi (Argentina x Chile OC - Benjamín Alfaro), Uruguay, Brasil, Paraguay.
Clasificación: +18. Sexo, sangre y rock n' roll (?)
Autores: :icongalatea-dnegro: y :iconsweetvicious:
Advertencias: Lenguaje explícito en los últimos capítulos; lo suavizamos lo mejor que pudimos XD
Notas: Retomando las viejas épocas de hacer algo en conjunto, básicamente fue una idea inicial de Thomas y yo le ayude a darle un poco más de forma. La tabla la eligió ella, así como la temática. Colaboramos y editamos juntas esto y voilá! Muchas gracias :iconjanestarkage: por tu tiempo en la revisión de la parte más controversial, nos fue de gran ayuda tu consejo :D.

Iremos poniendo los caps.

Benjamín Alfaro (C) :iconsweetvicious:
Argentina, Uruguay (C) :iconrowein:
Brasil (C) :iconhinata-neko:
Paraguay (C) :iconmakotohayama:

:iconlatin-hetalia:
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madleez's avatar
Lo ame, en serio lo ame, los dialogos, los personajes... todo ;A; espero con ansias la continuacion *--* <3